Paco el flaco

 


Desde hace años se sucede la costumbre de que los quintos, los integrantes de una misma generación, colegio u otro clan, se reúnan para conmemorar…. No se el qué. Con una cena con posterior copeo y charla donde se contarán entre ellos como les ha tratado la vida y recordarán batallitas de juventud.

Yo nunca creí que llegase el momento en el que uno de mi generación se pusiera en contacto conmigo para tal evento, pero así sucedió, o al menos no conmigo pero si con mi hermano.

Una tarde mi hermano me comunicó que uno de esos individuos con los que tuvimos la desgracia de coincidir se puso en contacto con él a través de Messenger para ver si ambos, tenemos los mismos años amén de la misma apariencia, estábamos interesados en una cena de quintos de la generación del 83.

En un principio me hizo gracia, pues precisamente ese tipejo, al que, por la poca dignidad que pueda quedarle voy a llamar Paco el flaco, dada su constitución y de modo irónico, pues era bien obeso el pobre, era un ávido coleccionista de trastadas hacia mi y mi hermano, si, amigos, el buyling, del que tanto se habla hoy en día, ya existía en tiempos de Espinete, solo que por aquel entonces no se llamaba con un nombre tan moderno, es más, simplemente no se llamaba.

No estoy diciendo que no hubiera rencillas, peleas, insultos. Siempre había dos, que se decían de todo e incluso llegaban a las manos en un momento dado, pero no dejaba de ser una pelea de niñatos, porque es lo que éramos, al final nos dábamos la mano y punto, yo no recuerdo pelearme mucho, salvo en alguna ocasión, era demasiado cobarde para eso y a día de hoy todavía evito enfrentamientos innecesarios en los que no gano nada, pero si es cierto que, como todos, he sido niño y como todo niño he tenido mis rifirafes, pero no pasaban a más.

Pero luego había brutos que llevaban eso al siguiente nivel, abusones, bullis, o como se diga, yo prefiero llamarlos inadaptados o simplemente cabrones. Eran niñatos traumados que querían hacerle la vida imposible a los demás solamente porque su padre les curtía el lomo por cualquier estúpida razón o porque se frustraban cuando no podían conjugar el verbo presente del estar.

Paco el flaco no era ni de cerca el rey de ese grupo, pero si es cierto que era todo un personaje, bruto como él solo, futbolero a rabiar, como mandaban los cánones, alguien con quien yo no tendría nada de que charlar, aunque me imagino la cena en cuestión, ambos recordando las piedras que nos tiraba a mi hermano y a mi, los puñetazos, que risas, --me parto, joder.

Es de traca, hablando en plata, que Paco el flaco se pusiera en contacto con mi hermano para tal cosa, seguro que la gente que haya sufrido buyling o lo sufra ahora me entiende, imaginad que ese tipejo, ese malnacido, te llamase dentro de veinte o treinta años para quedar a comer él, tú y toda la tropa que era la clase del año X. Decidí pasar y dejar a Paco el flaco esperando mi respuesta, que nunca le llegaría, pero como este es mi blog le respondo aquí, porque es mi blog y me da la gana, aunque no creo que Paco el flaco llegue a leer esto porque él es más de Marca y de Playboy, seguro.

Mira, Paco el flaco, no te guardo rencor, de verdad. Pero yo no tengo quinta ni quiero tenerla, por favor, no vuelvas a ponerte nunca en contacto conmigo bajo ningún concepto, quédate en tu puto mundo rebosante de paletos botarates como tu.

Vete muchísimo a la mierda, Paco el flaco.


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