Indi Gregory


 

Seguramente usted, que acaba de entrar en esta humilde bitácora, no tendrá idea alguna de quien es Indi Gregory, le sonará a indio, música indi o a Indiana Jones, pero no, Indi Gregroy no es nadie importante, su nombre no saldrá en ningún noticiero, no ha cantado con Bizarrap ni le han dado un pico. Indi Gregory es una niña, un bebé de 8 meses, ¿He dicho es? Quería decir era, porque Indi Gregory está muerta.

La pequeña nació, por un fatal y terrible, con una enfermedad mitocondrial incurable y rarísima, sus células no producían suficiente energía, sus padres, Dean Gregory y Claire Staniforth, se agarraron a una esperanza, si, vana, pero es esa esperanza que todo padre tiene cuando se enfrenta a un caso así, yo no soy padre, pero entiendo su postura porque podría pasarle a un familiar mio, ellos querían mantener a su hija con vida todo lo que pudieran, quizás por creencias religiosas, quizás por otra razón, poco importa, era su decisión.

No obstante, los médicos del Hospital Queen,s Medical Center de Nottingham se negaron a tratar a la pequeña, alegando que sufría dictaminaron desenchufarla, retirarle el soporte vital, un eufemismo técnico para lo que realmente es, un asesinato.

Por supuesto, los padres de Indi se negaron en redondo, al fin y al cabo, legalmente, ellos eran los tutores de Indi, como para no serlo, pues eran sus padres biológicos, y ellos tenían la última palabra, la decisión sobre su propio hijo, pero aún así los médicos, los cuales supongo en ese momento se olvidaron del código hipocrático, se negaban a tratar a la bebé.

No solo los médicos les negaron a los padres a decidir sobre su propia hija si no que un juez dictaminó a favor de los matasanos, la pequeña Indi sería quitada de en medio.

Los padres de la pequeña pidieron llevarse a su hija a casa, acompañarla hasta el momento de su deceso, manteniendo la respiración artificial, por supuesto, pero los tribunales tampoco le concedieron algo tan simple como aquello, entonces el mismísimo Padre de Roma, Francisco, se ofreció uno de sus más reputados hospitales, el Bambino Gesú, para que trasladasen allí a la pequeña, pero , “Sorpresa”, tampoco se les concedió esa opción, ni siquiera cuando Giorgia Meloni, Primera Ministra Italiana, ofreció concederle la nacionalidad Italiana a Indi, sería trasladada al Bambino Gesú, así quitaría al hospital de Nottingham y al gobierno inglés algo que, al parecer, era un engorro para ellos, pero eso también resultó un callejón sin salida.

Al final la pequeña Indi Gregory murió, bajo sentencia judicial, se le quitó el soporte vital para que dejase de respirar, el gobierno ganó a la familia y les arrebató cualquier derecho a decidir sobre su propio hijo.

Comprendo que, al principio, los médicos quisiera deshacerse de la pequeña, después de todo suponía un gasto para ellos, al igual que muchos gobiernos, el español incluido, han implementado la ley de Eutanasia, vendiéndola a través de sus medios afines, ya que los tratamientos contra las enfermedades incurables resulta un gasto que nadie está dispuesto a afrontar, pero ¿Y después? No permitieron que Indi abandonase su hospital con vida, quizás fuera ya un motivo moral, un tira y afloja de “yo tengo razón y tu no”, sea como fuese, Indi murió, la justicia ganó ante la familia.

Este caso plantea preguntas incómodas y escenario peligrosos, si se sienta un preferente, si la justicia, los políticos u otros médicos de tapa de yogur deciden tomarse esa justicia por su mano, si el cese de la vida de un ciudadano llegase a ser un tema legislativo, por encima del pleno derecho a elegir que la persona, o en este caso los padres, tienen, o deberían tener ¿Dónde estaría el límite?

Es curioso como, en el caso contrario, cuando un familiar quiere desconectar a un ser querido, cansado hasta el hartazgo de permanecer a su lado, al lado de su lecho en las dura y las maduras, o como se suele prometer en el casamiento, en la salud y la enfermedad, el gobierno de turno, -etiquetado con el término más ladino y taimado que existe, progresista- mueve cielo y tierra para ayudar al “votonto” en cuestión a acabar con su sufrimiento, la del enfermo y la de dicho votante.

Recemos para que el caso de Indio Gregory no abra una puerta a la cultura de la muerte,

Descansa pequeña Indi, el cielo tiene otro ángel más.


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