Lakmé, la hermosa ópera de Leo Délibes, fue estrenada en el teatro de la Ópera Comique de París el 14 de abril de 1883. Ambientada en la India británica de mediadios del siglo XIX, en ella se cuenta la historia de un amor imposible entre un oficial inglés llamado Gerald y Lakmé, hija de un sacerdote hindú.
Lakmé de Laurent Pelly
Lakmé volvió a representarse en el Ópera Comique el 6 de octubre de 2022, con dirección escénica de Laurent Pelly y el conjunto Pygmalión bajo la batuta de Raphael Pichon, los cuales son ya habituales del Comique y ya hicieron su magia en el Fidelio de Sybil Testé, el cual ya fue reseñado en este blog.
Pelly presentó un escenario minimalista con tonos sepia, reinó en el escenario una jaula que “retenía” a la soprano Sabine Devieilhe interpretando magistralmente a Lakmé, esta jaula esta bastante presente durante la obra y me hace pensar, opinión propia mía, por supuesto, que es una metáfora sobre la realidad de viven muchas mujeres en culturas opresoras como la hindú, pues en Lakmé el personaje de Niilakantha es quién prohíbe el amor de su hija con Gerald, Sin duda Pelly ha aprovechado este detalle para enviar el mensaje feminista, no obstante este no estropea la representación pues no trastoca ni distorsiona, como ha ocurrido otras veces, la trama de la ópera.
Los personajes visten atuendos que van del beige al sepia o al blanco, contrapuestos a los de los ingleses, que visten de negro, lo cual es un claro indicio a ese choque de culturas que siempre se ha mostrado en Lakmé.
En cuando a las escenas, el dueto de las flores, la pieza más famosa de Lakmé, pierde, en mi opinión, algo de la “magia” que tiene en otras representaciones, pero al fin de cuentas continua siendo una pieza magnífica, pues mucho se tiene que estropear para perder la hermosura casi perfecta que posee.
En el aria de las campanillas, donde Devieilhe desborda talento a mares delante de un espectáculo de sombras a modo de “cuenta cuentos”, me pareció lo mejor de la obra.
La escena de los mercaderes se prescinde de los puestos y otros ostentosos atrezos para utilizar biombos sepias, no queda mal, en mi opinión, y representa bien la frenética actividad de la escena.
En el acto tercer los aposentos de Lakmé el minimalismo da otra vuelta de tuerca y vemos un fondo oscuro y papel maché o algodón blanco en el suelo, que en un momentos dado dos figuras achican encerrando simbólicamente a Lakmé y Gerald, él herido y entregado a ella, para luego, con la aparición de Fréderick, romperse ese “encantamiento”
Ese montaje me pareció perfecto en cuanto a simbolismo se refiere y que condujo a un desenlace y un final sencillo pero emocionante digno de la ópera Lakmé.
Conclusión
Lakmé de Pelly me gustó por su sencillez y mensaje directo, demostró que aún con una idea minimalista se puede representar dignamente una buena ópera sin que esta pierda su esencia.
Fue una ópera entretenida y emocionante a la par que sencilla y embaucadora.
Si desea ver esta ópera la encontrará en la página web Arte.tv
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