Siglo noventa

 

                                   Foto de Possessed Photography en Unsplash



 

Sé que no cruzarás ninguna puerta

con un ridículo vestido de flores desangradas

congelada, enganchada de alguna mano

en una fotografía digital.

Sé que no correrás

por una nocturna calle

violando a grito pelado, como una loca

el octogenario rostro de la noche.

Y sé que no me escucharás allá a lo lejos

en los rincones más infinitos del siglo noventa

cuando diga tu nombre y quede condenado

a este ámbar herético

que es el amarte hasta la asfixia.

Sé que no quemarás las alas

de tu colección de mariposas

mientras una polilla sueña con meterse

en el cristal de tu iris.

Sé que nadie tendrá el detalle de besarte

antes de que tu vestido de flores

se convierta en harapos desmembrados

en busca de autor.

Sé que nada te irá tan mal

como para dañar ese absurdo orgullo

y descolgar un teléfono en una fría plaza

a cobro revertido al hogar.

¿Me escucharás entonces?

¿Serás consciente de todo este teatro

en el cual eres la única actriz?

¿Serás capaz de obligar a tus ojos

a mancillarse con lágrimas saladas?

¿Podrás, entonces, apartar la mirada del siglo noventa?


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