El
pasado día 13 de diciembre la actriz Verónica Forqué se quitó la vida en su
apartamento de Madrid.
Al parecer la mujer arrastraba desde hacía tiempo una
depresión, de la cual ya mostró algunas señales en el programa Máster Chef,
donde fue como invitada, lo cual hizo que se convirtiera en gasolina para la
hoguera de la audiencia en los ya conocidos canales rancios y ridículos de
televisión.
Al igual que con el suicidio del actor Heath Ledger, cuya muerte puso en alerta a la prensa norteamericana sobre las
adicciones que muchos famosos tenían a los opiáceos, como el fentanilo o la Oxicodona, los cuales mataron también a Tom Petty, Prince y a punto estuvieron de hacerlo con Demi Lovato,Verónica
Forqué, con su muerte, ha puesto sobre la mesa un problema ignorado, pero
grave, los problemas mentales.
En España, el suicidio es la
primera causa de muerte no natural, con diez suicidios al día, parece mentira,
pero así es.
Pero, si este problema está
ahí ¿Por qué los medios callan ante él?
Según el sociólogo David Phillips, los medios de comunicación se niegan a
informar sobre las cifras reales de suicidios para evitar un efecto imitación,
en una especie de pacto no escrito entre ellos, Phillips va más allá y bautiza
ese efecto como efecto Werther, debido a la novela de Goethe, en un estudio
realizado por él en el año 1974.
Según Philips, el número de suicidios en
Estados Unidos se incrementaba durante el mes posterior a que el New York Times
publicase en portada alguna información sobre suicidios.
Aunque esto sucediese en estados unidos,
también puede ser aplicable en España, cayendo así una especie de tabú sobre el
tema en cuestión.
Lejos de defender que los medios hablen
abiertamente sobre suicidio, sabiendo que esto podría acarrear más casos de muerte
voluntaria, si creo que tampoco podemos esconder bajo una losa de silencio un
problema tan grave como este, tal y como dijo Benjamín Ballesteros, director de
Programas de Fundación ANAR
“Aunque nunca
se debe hablar del procedimiento y, bajo ningún concepto, justificarlo, se
puede hablar de suicidio y, de hecho, se debe hablar de ello para poder hacer
prevención y evitar que sea un tema tabú”.
El 2020, la pandemia nos
encerró a todos y esto hizo, según un informe de INE, que los suicidios
descendiesen, pero cuando se levantaron las restricciones se sucedió un
repunte, en el mes de agosto el suicido aumentó un 34%.
Las víctimas de suicidio se
mantenían en un rango de edad, salvo algún caso, de entre 40 y 59 años, pero
últimamente esto ha cambiado, la cifra de menores de edad, alrededor de 15
años, ha aumentado peligrosamente, así como la de los mayores de 80 años.
El año pasado, la sensación
de aislamiento a causa del coronavirus generó que un 5,4 % de la población
española, 2,1 millones de personas, generasen cuadros depresivos.
Otras causas de depresión o
ansiedad pueden ser la vivencia de actos violentos o pérdidas familiares, algo
tristemente reciente por culpa del covid,
el acoso como el Bullying o el
maltrato, y en cuánto a quienes son más propensos a caer en estados depresivos
suelen ser policías, bomberos o médicos, trabajadores que, debido a su
profesión, están sometidos a mucha presión.
El Observatorio del
Suicidio en España ha puesto el grito en el cielo al denunciar que no
existe un plan real contra el suicidio, y la causa es otro de los grandes
enigmas sin resolver de este país.
Siendo crítico, y
dando mi opinión personal, supongo que un gobierno el cual prefiere
subvencionar la eutanasia en vez de los cuidados paliativos no está muy
dispuesto a evitar algo como el suicidio, lo cual, al fin y al cabo le quita de
en medio a personas que, para recibir el tratamiento adecuado, generarían un
gasto que no está dispuesto a asumir, y que prefiere emplear en campañas
absurdas y partidistas.
Sea como fuere, el
suicidio y sus causas, la depresión y otras enfermedades mentales, además
de lo que sucede después, el vacío que
deja la víctima, las consiguientes secuelas en sus familiares y amigos, -los
cuales muchas veces acaban culpándose por no haber sabido ver las señales-,
continúa siendo un problema real y bastante grave de nuestra sociedad, se
necesita un plan real para prevenir el suicido, que pueda ser aplicado desde
temprano en la persona, de momento, existen asociaciones, medios que intentan
luchar contra esta lacra, como el teléfono de la esperanza o ANAR:
Teléfono de la esperanza 717 003 717
Fundación ANAR 900 20 20 10
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