Sobre la censura sin sentido y la libertad de expresión (Primera parte)

En los años 60 existían los guateques, esos acontecimientos, a pesar de lo que los padres de los muchachos que acudían a ellos creían, eran de lo más inocentes, sobre todo comparados con los macro botellones de ahora. En los guateques se gestaron muchos de los “primeros amores” de toda una generación, se bailaron muchas canciones de grupos que, en su momento, eran lo más, la creme de la creme, como quien dice, Pecos, Módulos, los Bravos o el Dúo dinámico.

Estos últimos significaron tanto para muchas personas… fueron uno de los grupos más influyentes del pop español de la época y hoy en día se recuerdan aún sin querer, quince años tiene mi amor, el final del verano, son temas que forman parte de la vida de muchas personas y de la historia de la música española, sin ir más lejos, su canción Resistiré se convirtió en un himno el año pasado, cuando el coronavirus asoló no solo España.

Aunque esta semana han sido noticia por otra razón, aunque dicha noticia casi ha pasado desapercibida, pero ha sucedido. Fue uno de los fundadores e integrantes del dúo, Ramón Arcusa, el que dio a conocer la noticia en su cuenta de Twitter:




Esto no es nuevo, sobre todo al otro lado del charco, donde movimientos como “Black Live Matters” y otros movimientos progresistas posee hordas de personas que se aposentan ante el ordenador en busca de algo que censurar, son los llamados Social Justice Warrior, defensores de lo políticamente correcto.

No es mi intención menospreciar a grupos sociales, oenegés o movimiento alguno, cada cual tiene el derecho de defender lo que cree que es justo, pero cualquier cruzada se vuelve absurda cuando se distorsionan sus límites.

En este caso específico, lo absurdo del tema es censurar dicha palabra, “Negro”, sobre todo porque en el sentido de la frase no se refiere a ninguna raza o persona, un absurdo, como si se censurase el color de un coche que se ponga a la venta.

Quiero entender que la censura ha sido obra del algoritmo de Amazon, todas las aplicaciones, páginas web o redes sociales poseen dicho algoritmo, el cual criba comentarios ofensivos o escenas violentas, lo cual es perfectamente comprensible, pero, en ese caso, se presupone que ha sido un error de máquina, nada más, ya que resultaría ridículo aceptar que alguien, en Amazon, creyera que la canción “Esos ojitos negros” tiene algo de ofensivo, además, ni Spotify ni ninguna otra aplicación ha censurado la palabra en esa misma canción.



No obstante, ya ha habido personas que han defendido dicha prohibición, alegando que la palabra negro puede ser tomada, según por quién y según qué casos, ofensiva, lo cual es como decir que la canción Ponte la peluca, de La orquesta Mondragón, ofende a los calvos, en definitiva, algo cogido “con pinzas”.

Por supuesto, estas personas se habrán visto empujadas por disciplina social o política, o quizás ansíen likes, sea como fuese, cualquier apoyo a este tema en cuestión, otros temas de censura habría que tratarlos como algo diferente, solo suma ridiculez al asunto.

El tema de la censura viene de lejos, y no, no estoy hablando de la inquisición española, porque esa época fue algo tan distinta y con características tan propias de esa época que, amén de necesitar un artículo aparte para ella, prefiero dejar ese tema a algún historiador, más ducho en ese tema que yo, estoy hablando de censura en una época donde a un sector de la sociedad, al cual a cada ocasión se le llena la boca con “la libertad de expresión”, es, curiosamente, al que menos le tiembla la mano a la hora de censurar.

Hay muchos ejemplos de censura, sea por quien sea, porque al final el censor es quien menos importa.

Tintín en El Congo.

El mismo Hergé tuvo que modificar alguna escena de este cómic, escrito cuando El Congo todavía era  una colonia Belga, por temor a ofender a cierto sector de la sociedad, no obstante, en 2007, lo que se dice hace “cuatro días”, el título fue prohibido en Reino Unido.

James y el melocotón gigante.

Resulta paradójico, pero Roald Dhal, uno de los más conocidos y famosos autores de literatura infantil, es también uno de los más censurados, James y el melocotón gigante, -o el Durazno gigante, para la comunidad de centro y Sudamérica- es solo un ejemplo, fue prohibido en Wisconsin porque una araña se relamía, esto podría ser interpretado como un gesto sexual, o al menos esa fue la sentencia, quizás el problema era que los censores vieron aquí lo que quisieron ver y no otro.

Otras de sus obras, Matilda, fue censurada por la imagen que se daba de los adultos, -unos padres autoritarios y violentos

Manolito gafotas.

Si, la literatura española también ha sufrido censura, la víctima fue la saga de libros de Elvira Lindo llamada Manolito gafotas, cuando dicha obra, de gran éxito, fue traducida al inglés, -con el nombre de Manolito Four-Eyes- fue retocado en nombre de la corrección política, la cual es bastante rígida, en EE.UU. Allí, algunas mentes pensantes decidieron que algunas escenas, como en las que una madre pega collejas a sus hijos o que se le diera chocolate de comer a un perro, -algo que vieron como maltrato animal puro y duro-, no debían ser incluidas en la versión inglesa del libro, al menos no completas.

(He elegido libros, y no películas o canciones, por mi faceta de escritor y al ser un tema que conozco, pero si ahondásemos en el tema, en general, de la censura absurda y gratuita, podríamos encontrar ejemplos en casi todos los campos artísticos)

Podría seguir exponiendo ejemplos, pero me voy a detener aquí, la conclusión que saco de este tema es que con la vara de lo políticamente incorrecto estemos, quizás, destruyendo algo valioso de nuestra sociedad, de nuestras costumbres.

Continúa en la segunda parte.


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